¿Cómo ganarse el respeto de los adolescentes en el aula?
Al tratarse la adolescencia de una etapa de cambios y de búsqueda de una propia identidad, el alumno se encontrará mas disperso y distraído, y por otro lado es común que intente desafiar a las figuras de autoridad en un intento de romper con las normas establecidas. No es extraño que el profesor se vea sobrepasado por estas actitudes en los alumnos y pierda el control de la clase, lo que repercute negativamente tanto en el propio profesor como en los alumnos. Sin embargo, existen varias técnicas que el educador puede llevar a cabo para conseguir el respeto de los alumnos y mantener así la armonía en el aula.
Respetar sus ideas:
Lo principal para obtener el respeto de las personas (ya sean niños, adolescentes o adultos) es respetar sus ideas y opiniones. Las personas en edad adolescente son más sensibles a esto y no toleran que se les trate con inferioridad, es decir, sin tener en cuenta sus opiniones y criterio. El profesor deberá dejar a los alumnos que se expresen y escucharles, pero no por ello tendrá que hacerles caso, se trata de hacerles ver que su opinión es válida y respetable, para que de esta forma ellos consideren también respetable la del profesor.
Ser firme en las decisiones:
Este punto es también importante, ya que en esta edad a los alumnos les cuesta asumir y aceptar las órdenes o ideas de otras personas. Por ello, el maestro debe ser muy claro y contundente con aquello que haya decidido y no retractarse o cambiar de opinión.
Ser consecuente y coherente:
La coherencia es algo fundamental a la hora de tratar con adolescentes puesto que es un indicador de que las decisiones que tomes obedecen a un mismo objetivo y tienen un sentido general, algo muy valorable por los alumnos.
No intentar infundir miedo o gritar:
Esta es una de las peores cosas que puede realizar el profesor, no sólo con adolescentes sino con alumnos de cualquier edad, ya que lejos de infundir respeto lo que conseguirá es fomentar desprecio y odio. El miedo es una forma de conseguir que las personas acaten las normas, pero no de que estén a gusto y conformes con las mismas, por lo que a la larga solo se conseguirá un clima de tensión y enfado.