A modo de poética Daniel Zazo Gil
En resumidas cuentas, una de las claves (sí es que la poesía tiene claves) está en dejarse llevar. De esta manera, un poema podrá tener tantas interpretaciones como personas lo lean. Será por tanto cada lector el encargado de cerrar el círculo interpretativo de cada texto. Hay otras tres ideas en torno a la escritura poética que tomo prestadas de la escritora Ada Salas y con las que estoy totalmente de acuerdo:
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Construir qué. Socavar. A golpe de palabras.
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Quien escribe lanza una piedra a la superficie mansa y lacustre del silencio.
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El poema no es la llama, sino la cicatriz de la gozosa quemadura de un conocimiento nuevo.
Y no quisiera pasar por alto otra reflexión, en este caso de la filósofa y ensayista María Zambrano que se publicó en la Revista de Occidente en junio de 1934, y que comparto de principio a fin:
Escribir es defender la soledad en que se está; es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero desde un aislamiento comunicable, en que, precisamente, por la lejanía de toda cosa concreta se hace posible un descubrimiento de relaciones entre ellas.
Llegados a este punto creo que el acto de escribir es sinónimo de devolverle la intimidad al animal, es un deporte de riesgo en el que asumes peligros y te haces vulnerable. Hay, por lo tanto, un ejercicio de desnudez y de confianza ante el lector que, en ocasiones, puede llegar a generar un alto grado de confianza e incluso forjar un vínculo que traspasa las fronteras del mismo poema.
Para encontrar el momento exacto de mí encuentro con la literatura y, más concretamente, con la poesía, hay que retrotraerse, al menos, hasta el año 2000. Empecé a escribir en plena adolescencia y durante aquella época la concebía como catarsis, como liberación de un mundo y de un entorno que me resultaba, a la vez, extraño y hostil. Por aquel entonces puedo afirmar que la poesía se convirtió en un mástil y en una tabla de salvación. Y fue en ese momento cuando fui consciente de que escribir significaba tomar partido y que un escritor no debe ser nunca aséptico ni neutral. Estaba, de golpe, ante una herramienta muy potente que podía servir, mediante la denuncia o la crítica social, para transformar la sociedad.
Pasaron los años y con ellos también evolucionó el concepto o la manera de entender la poesía y descubrí que podía servir como un modo de autoconocimiento, como una manera de explorarse o de asomarse al interior (aún a riesgo de los peligros que eso conlleva, como bien nos avisó Salvador Dalí). E incluso podemos señalar que nos ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea.
¿Y por qué no entender la poesía como un medio para experimentar con el lenguaje?
Esa pregunta se me presentó una vez superadas las etapas anteriormente citadas. Y ahí encontré el poder de la imagen, la fuerza de los símbolos y la importancia del componente visual en cada poema. La plástica empieza a cobrar gran importancia y se acaba convirtiendo en uno de los ejes fundamentales de mi poesía.
¿Y qué mejor manera de terminar este texto que con unos versos que sinteticen todo lo dicho con anterioridad? Están extraídos de un poema que lleva por título “La región de las nieves perpetuas” y que escribí en el equinoccio de primavera de este año.
“Fruto de la borrasca de aquel noviembre
permanece, inalterable, la nieve en tu cuerpo.
Se niega a fundirse ante el capricho del verano
y ante la urgencia del cerezo en flor.
Tu piel, impoluta, resiste al tigre de Bengala
y a la violenta manada de lobos
que, abusando de la noche y sus misterios,
pueblan con sus huellas la curva de tu espalda”.
Gracias por tus palabras Daniel Zazo Gil, es un placer y un honor tenerte con nosotros en VotatuProfesor. Te deseo mucho éxito con tu nuevo libro "Que ardan los fuegos".