
¿Qué es un texto filosófico?
Por lo general un texto filosófico pertenece a la tipología textual del ensayo, es decir, un escrito en el que se debate y argumenta sobre un tema. Obviamente, tiene un esquema bien definido que no está muy alejado del modelo dialéctico hegeliano.
Este modelo presenta tres fases para la discusión que son: tesis, antítesis y síntesis, asimismo, el modelo hegeliano se encuentra en concordancia con el modelo retórico de Aristóteles conformado por 6 partes: exordium, narratio, partitio, confirmatio, refutatio y peroratio.
El método dialéctico hegeliano se explica de la siguiente manera: la tesis, es la afirmación de algo, que lleva implícita una contradicción, sin embargo es lo que se afirma. La antítesis es justo, lo que contradice a la tesis, es una negación de la afirmación, o una forma opuesta.
Dialéctica y retórica
La síntesis es la eliminación de las dos posiciones anteriores, ya que se resuelve un conflicto y se llega a una conclusión que de inmediato se convierte en tesis y ésta dará lugar a un nuevo proceso dialéctico.
El modelo retórico aristotélico se explica de la siguiente manera: el exordium, es el establecimiento del tema, el planteamiento que se hace de forma suave y pausada. Es el momento de atrapar al lector o receptor.
La narratio es el desarrollo o exposición de hechos o argumentos que justifiquen el planteamiento hecho en el exordio, se muestran también elementos que demuestren las conclusiones a las que se quiere llegar. El confirmatio es la argumetación que refuta la tesis.
Y por último la peroración que no es más que la persuasión que el orador en este caso, el escrito hace al lector para convencerlo de lo que se expone.
Discurso del texto filosófico
El discurso filosófico que tiene como asiento un texto, no solo posee un ánimo retórico y dialéctico sino que utiliza la metáfora y la analogía para explicar principios cuando son excesivamente abstractos, asimismo, el texto filosófico adopta el discurso lógico.
Características del texto filosófico
En primer lugar, la objetividad es lo que sobresale en un texto filosófico. Un texto de esta naturaleza no debe salirse de los parámetros de la racionalidad. En segundo lugar, la claridad es un atributo que el lector agradecerá.
Por otro lado, se deben utilizar materiales bibliográficos, que apoyen las argumentaciones. Siempre es bueno citar autores e investigadores que sean conocidos como adalides del tema.
La argumentación es fundamental, no basta con citar a grandes pensadores o investigadores de la filosofía, quien escribe un texto filosófico debe opinar, debatir las ideas de esos autores con argumentos sólidos.
Se pueden utilizar frases como: “Aristóteles dice que…. Sin embargo, yo pienso que…”, también puede ser: “considero que Descartes tiene razón cuando dice…. Pero, desde mi punto de vista…”. En fin, un texto filosófico es una especie de tribuna para opinar y confrontar ideas.