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Educar en Valores: Educar en Sinceridad

Vivimos en una sociedad en la que la mentira y el engaño son muy comunes y muchas veces se perciben como algo normal. Falsificaciones, corrupción, encubrimientos o infidelidades están constantemente presentes en el día a día, reforzando la idea de que mentir no tiene gran importancia ni conlleva consecuencias. La sinceridad parece ser un valor en decadencia que sin embargo es necesaria y vital para una buena convivencia.

Es por ello que padres y maestros deben promoverla e inculcarla en los niños, para que entiendan desde pequeños su importancia y valor.

¿CÓMO PROMOVER LA SINCERIDAD EN LOS NIÑOS?

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  1. Enseñar a los más pequeños que es mejor decir la verdad que la mentira. La mentira siempre trae consecuencias, tanto para uno mismo como para los que nos rodean. El efecto más importante que produce es la ruptura de la confianza, que es la base de todas las relaciones humanas. Por otro lado traen angustia y malestar a quienes las dicen. Podemos recurrir a cuentos o leyendas como la de "Pedro y el lobo" para ayudar a los niños a comprender que las mentiras no traen nada bueno.

  2. Llamar a las cosas por su nombre y no disfrazar las mentiras como "mentiras piadosas". Las mentiras son siempre mentiras, aunque con ellas se busque evitar el dolor a otra persona. Hay que enseñar a los niños a no tener miedo a decir la verdad, ya que siempre es mejor decir una verdad incómoda o dolorosa con cariño y comprensión que una mentira. Es importante que uno preste mucha atención a los sentimientos de la otra persona cuando se trata de un asunto sensible y delicado para ella.

  3. No hacer cómplice al niño de las mentiras de los adultos. No es apropiado decir frases del estilo de: "Di que no estoy", o "No se lo vamos a contar a mamá, será nuestro secreto".  Si los padres o maestros no son capaces de afrontar con valentía la verdad, el mensaje que transmitirán será el de que es mejor optar por la vía cómoda en lugar de por la correcta. El ejemplo es uno de los mejores métodos educativos, por lo que para inculcar la sinceridad uno debe practicarla.

  4. Valorar y reforzar cada momento en que el niño practique la sinceridad. No hay que dejar que pase inadvertido , ya que se trata de un acto de madurez. La sinceridad nos hace ser mejores personas y ayuda a que las relaciones con los demás sean mejores. Cuando somos sinceros los demás pueden confiar en nosotros y se genera un ambiente positivo en el que son más sencillas la libertad y la responsabilidad.

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